martes, 22 de junio de 2010

REVOLUCION SANDINISTA

ORÍGENES DEL SANDINISMO


El FSLN fue fundado en 1962 por un grupo de estudiantes universitarios encabezados por Carlos Fonseca, Silvio Mayorga y Tomás Borge. Éstos recibieron el apoyo del dirigente revolucionario cubano Fidel Castro, ofrecido en parte por el papel que había desempeñado Luis Somoza Debayle en el desembarco de bahía de Cochinos de 1961. A pesar de la influencia de la ideología marxista y leninista, el FSLN no tenía un vínculo directo con el Partido Comunista de Nicaragua. Los sandinistas se oponían a la familia Somoza y a la presión de Estados Unidos sobre Nicaragua, y reclamaban una reforma política y económica radical que condujera a la redistribución de la riqueza y el poder. Su proyecto era respaldado por estudiantes y campesinos, pero fueron derrotados por la Guardia Nacional en las primeras acciones de la guerra de guerrillas, que costaron la vida a Fonseca y Mayorga.

LA REVOLUCIÓN


A mediados de la década de 1970, destacados miembros del mundo empresarial y de la Iglesia católica comenzaron a compartir el descontento ya manifestado por otros grupos sociales ante el régimen de Anastasio Somoza Debayle. La mayor parte de la oposición política se unió en un solo frente encabezado por Pedro Joaquín Chamorro, asesinado en Managua en enero de 1978, probablemente por encargo del propio Somoza. Este acontecimiento provocó desórdenes y manifestaciones contra el gobierno durante semanas, además de una huelga nacional e intentos aislados de levantamientos armados. A pesar de que Somoza mantenía el control, su régimen se tambaleaba y la oposición internacional aumentaba progresivamente. En el mes de agosto, un grupo de comandos sandinistas asaltó el Palacio Nacional de Managua y tomó como rehenes a varios miembros del Congreso nicaragüense. Los sandinistas negociaron la liberación de varios prisioneros del FSLN y solicitaron un rescate, la publicación de su llamada a la rebelión y un salvoconducto para que los integrantes del comando abandonaran el país.

El éxito de la incursión sandinista alentó a las fuerzas contrarias a Somoza y estallaron levantamientos en todo el país. Las fuerzas somocistas aplastaron estas rebeliones con gran brutalidad, bombardeando incluso objetivos civiles. Estas operaciones fueron la causa de que cientos de nicaragüenses se unieran al FSLN y de que aumentara la presión internacional para encontrar una solución negociada al conflicto. Al tiempo que Estados Unidos impuso ciertas sanciones económicas a Somoza, Costa Rica, Venezuela y Panamá brindaron su apoyo a los sandinistas.

La lucha se reanudó en mayo de 1979: los sandinistas anunciaron una ofensiva final e hicieron una llamada a la rebelión nacional. En esta ocasión, la Guardia Nacional no consiguió controlar la situación y los rebeldes se apoderaron de numerosas zonas del país. Se produjeron batallas en las principales ciudades, como León, Masaya y Managua, donde los aviones de la Guardia Nacional bombardearon los barrios en los que la población apoyaba a los sandinistas. La Organización de Estados Americanos (OEA) convocó una reunión de emergencia para pedir a Somoza que abandonara el poder y rechazó el ofrecimiento de Estados Unidos de enviar fuerzas de paz a Nicaragua. Cuando la capital del país, Managua, se encontraba rodeada por las tropas revolucionarias, Somoza abandonó el país y la Guardia Nacional, tan poderosa en otros tiempos, quedó desarticulada. El 19 de julio, los sandinistas entraron en Managua y se hicieron con el control en Nicaragua.

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EL GOBIERNO REVOLUCIONARIO


La dirección del nuevo gobierno sandinista estuvo en manos de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional compuesta por cinco miembros y elegida por el FSLN. Su presidente (coordinador) fue el comandante sandinista Daniel Ortega Saavedra, e incluía además a otros dos sandinistas (el escritor Sergio Ramírez y Moisés Hassan) y a dos miembros independientes: el empresario Alfonso Robelo Callejas y Violeta Barrios de Chamorro, viuda de Pedro Joaquín Chamorro. Se constituyó un gobierno integrado en su mayoría por políticos independientes. No obstante, no tardó en ponerse de manifiesto que el poder real no se hallaba en manos del gobierno oficial, sino de los nueve comandantes sandinistas que integraban el Directorio Nacional del FSLN. Robelo y Violeta Chamorro abandonaron la Junta al cabo de un año. El Consejo de Estado se reorganizó de manera que los sandinistas constituyeran mayoría. Las elecciones fueron aplazadas, se impusieron restricciones a los medios de comunicación y aumentó la tensión en las relaciones con la Iglesia católica. Robelo y Chamorro fueron sustituidos por dos políticos independientes que contaban con escaso poder dentro de la junta; empeoraron asimismo las relaciones del gobierno con los partidos de la oposición y los empresarios del sector privado.

El gobierno sandinista que se hizo con el poder en 1979 heredó un país con numerosos problemas. La guerra con Somoza había provocado 50.000 víctimas; cientos de miles de ciudadanos habían perdido sus hogares o se habían refugiado en los países vecinos, y muchas zonas de la nación se hallaban en ruinas. Los daños provocados por la guerra habían destrozado la economía, a lo que había que añadir la gran deuda exterior de 1.600 millones de dólares; numerosos profesionales liberales y empresarios habían abandonado el país, en donde escaseaban los alimentos y el combustible, las condiciones sanitarias eran ínfimas y existía un elevado índice de pobreza y analfabetismo.

La autodenominada Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional puso en marcha la recuperación económica, creó una nueva estructura política y mejoró la situación social, especialmente la de los grupos más necesitados. Las autoridades confiscaron inmediatamente todos los bienes de Somoza y sus seguidores, incluidas las empresas y tierras. No obstante, se comprometieron a respetar la propiedad privada, los derechos humanos y a seguir una política de no alineación, independiente de la influencia tanto de Estados Unidos como de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). En sus primeros momentos, el gobierno recibió gran cantidad de ayuda internacional de muchos países, incluido Estados Unidos.

El gobierno desempeñó un importante papel en la dirección de la economía bajo el régimen sandinista. Intentó crear un tipo de sistema que compaginara la iniciativa privada con las empresas públicas propias de una economía socialista. La mayor parte de las tierras y los negocios permanecieron en manos del sector privado, excepto los que pertenecían a la familia Somoza. Sin embargo, las medidas adoptadas por los sandinistas imponían restricciones sobre la utilización de los bienes, lo que provocó la oposición de muchos empresarios. El gobierno se hizo con el control de los bancos y del comercio exterior.

Los sandinistas iniciaron una reforma agraria global para redistribuir entre los pequeños granjeros y trabajadores del campo algunas grandes fincas y las tierras arrebatadas a los partidarios de Somoza. Este programa también incluía la creación de granjas estatales y cooperativas.

La mejora del sistema educativo y sanitario fue una de las prioridades del gobierno a principios de la década de 1980, especialmente en las zonas rurales y pobres que habían carecido de servicios mínimos durante el régimen de Somoza. Se lanzó una campaña de alfabetización nacional en 1980 y el analfabetismo se redujo desde el 50% —uno de los más altos índices de esta región— hasta aproximadamente el 13%, un logro que obtuvo el reconocimiento internacional. Se incrementó el presupuesto de educación y aumentó espectacularmente el número de escuelas, profesores y estudiantes. La asistencia sanitaria pública se extendió a todo el país; se levantaron hospitales y clínicas, y las campañas de vacunación contaban con la colaboración de brigadas de voluntarios. La tasa de mortalidad infantil y de enfermedades disminuyó significativamente.

La Revolución convirtió a Nicaragua en un foco de atención internacional implicado en las tensiones entre los países comunistas y no comunistas propias de la Guerra fría. Cuba envió a Nicaragua maestros y asistentes sanitarios, pero también asesores militares. La URSS también envió ayuda, al igual que muchos países de Europa Occidental y de la Europa del Este. La mayoría de los estados latinoamericanos apoyaron la lucha contra la familia Somoza, pero las relaciones comenzaron a enfriarse cuando el gobierno adoptó una política más izquierdista y la violencia revolucionaria se extendió a otros lugares de Centroamérica. La acusación de que los sandinistas apoyaban a la guerrilla que combatía en El Salvador provocó un gran escándalo a finales de 1980.

Después de la Revolución, el gobierno estadounidense presidido por el demócrata Jimmy Carter envió ayuda a Nicaragua y realizó un esfuerzo por colaborar con el nuevo régimen, a pesar de la oposición del Congreso. Sin embargo, algunos funcionarios estadounidenses encontraron cada vez más preocupantes los vínculos del FSLN con Cuba y la URSS, así como la ideología marxista-leninista de muchos líderes sandinistas. La política de ayuda de Estados Unidos concluyó, sin embargo, debido al agravamiento del conflicto de El Salvador, protagonizado por la guerrilla y el gobierno (respaldado este último por las autoridades estadounidenses), y a la elección del republicano Ronald Reagan, anticomunista acérrimo, como presidente de Estados Unidos en 1980. A partir del momento en el que Reagan tomó posesión de su cargo en 1981, el objetivo de su gobierno fue aislar a Nicaragua y apoyar a los rebeldes (contra) que intentaban derrocar a las autoridades sandinistas.

LA CONTRARREVOLUCIÓN


Desde que los sandinistas tomaron el poder, tuvieron que hacer frente a una oposición armada. En un principio se trataba únicamente de pequeños grupos de antiguos miembros de la Guardia Nacional, instalados en su mayoría en Honduras. A finales de 1981, estas fuerzas recibieron formación militar a cargo de oficiales argentinos y cierto apoyo encubierto de Estados Unidos. Cuando aumentó la oposición a la política del FSLN, se unieron otras formaciones al movimiento armado rebelde. Entre ellos, se incluían líderes empresariales descontentos, hacendados conservadores (sobre todo, del norte del país) e incluso sandinistas desengañados. A este heterogéneo grupo se le denominó "contra" (contrarrevolucionarios).

A partir de 1981, el gobierno de Reagan incrementó progresivamente su apoyo a la contra. Se enviaron más de 300 millones de dólares en ayuda y equipamiento, y los contrarrevolucionarios recibieron formación militar desde 1982 hasta 1990. Estados Unidos también impuso un embargo comercial sobre Nicaragua y bloqueó los préstamos de muchas instituciones financieras internacionales.

Estas medidas debilitaron la frágil economía nicaragüense, a la vez que los ataques de la contra ocasionaban pérdidas en la agricultura, el comercio y dañaban la infraestructura del país. Cuando el conflicto entre el gobierno y la contra se agravó y los enfrentamientos se generalizaron en todo el territorio, decenas de miles de nicaragüenses se exiliaron y muchos más fueron obligados a abandonar sus hogares y trasladarse a otras zonas del país a causa de la violencia.

Los sandinistas respondieron a las amenazas de la contra organizando un ejército; recibían armas de la URSS y Cuba y, en 1983, instituyeron el servicio militar obligatorio. A mediados de la década de 1980, el gobierno sandinista comenzó a desviar fondos destinados a programas sociales y económicos al presupuesto de defensa. Bajo el estado de excepción, se suspendieron algunas libertades civiles y en ocasiones se encarceló a los opositores políticos y se restringió la libertad de prensa.

El apoyo de Reagan a la contra provocó una gran disputa política en Estados Unidos, que culminó con el escándalo conocido como Irangate, un escándalo que tuvo lugar en 1985 y 1986 en el que varios altos cargos del gobierno de Reagan se vieron implicados en una venta ilegal de armas.

A pesar del conflicto, se celebraron elecciones en Nicaragua en noviembre de 1984. Gran parte de la oposición boicoteó los comicios alegando que los sandinistas habían manipulado el proceso. Éstos obtuvieron una aplastante victoria en la votación para la presidencia y los representantes del Congreso. Daniel Ortega fue elegido presidente con el 67% de los votos, y el FSLN obtuvo la mayoría de los escaños en la Asamblea Nacional. Para muchas naciones, estas elecciones otorgaron legitimidad al régimen sandinista, opinión no compartida por el gobierno de Reagan. En 1987 había más de 10.000 contras armados luchando contra el gobierno de Nicaragua.

A pesar de su preocupación por la política sandinista, la mayoría de los países latinoamericanos se oponían a los intentos de Estados Unidos por derrocar al gobierno de Nicaragua. En 1987, el presidente costarricense, Óscar Arias Sánchez, promovió un encuentro de presidentes centroamericanos para buscar soluciones a los conflictos de Nicaragua y El Salvador que culminó en el llamado Acuerdo de Esquipulas de agosto de ese año. El resultado de este plan de paz fueron las negociaciones celebradas entre el FSLN y la contra en 1988.

Las presiones para que se pusiera fin a la guerra eran cada vez mayores. La economía de Nicaragua estaba hundida; se calculaba que la inflación era del 2.000 al 36.000% en 1988 y el país se había convertido en la nación más pobre de Centroamérica. El coste humano de la lucha fue atroz: decenas de miles de muertos, heridos y refugiados. Los ambiciosos programas de educación y sanidad de los sandinistas no pudieron llevarse a cabo debido a que la mitad del presupuesto fue destinado a la defensa del régimen, y la producción agrícola se vio reducida por los ataques de la contra.

El panorama internacional también había cambiado. La URSS tenía que hacer frente a la agitación política y económica que recorría el país, por lo que recortó su ayuda a los sandinistas. A su vez, con el escándalo del Irangate y el ascenso en 1989 del republicano George Bush a la presidencia de Estados Unidos, este país se mostró más propenso a encontrar una solución negociada al conflicto.

Los sandinistas acordaron celebrar elecciones bajo supervisión internacional a principios de 1990 como una condición de las negociaciones de paz. Confiaban en obtener la victoria y en que Daniel Ortega fuera elegido presidente. Los catorce partidos de la oposición se unieron para formar la Unión Nacional Opositora (UNO), que apoyaba la candidatura a la presidencia de Violeta Chamorro y ofrecía una lista unificada de candidatos al Congreso. La oposición generalizada al servicio obligatorio y la esperanza de conquistar la paz llevaron a la victoria a la UNO, que obtuvo el 55% de los votos, mientras que los sandinistas obtuvieron únicamente el 41 por ciento.

Después de varias negociaciones, el FSLN aceptó su inesperada derrota. Los sandinistas se convirtieron en el principal partido de la oposición y aún controlaban gran parte de las Fuerzas Armadas. El gobierno de Chamorro trató de colaborar con los dirigentes sandinistas, pero esta actitud conciliadora provocó el descontento de los grupos más conservadores y motivó la ruptura de la coalición gubernamental. El FSLN conservó una considerable influencia política, pero su candidato, Daniel Ortega, fue nuevamente derrotado en las elecciones de 1996 (que llevaron al conservador Arnoldo Alemán a presidir la República) y apenas obtuvieron escaños en el Congreso.

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"UN MUNDO DESBOCADO"

Un Mundo Desbocado es un libro clásico de Anthony Giddens, y la visión que otorga del mundo frente a la globalización es interesante. Tuve la fortuna de leerlo hace unos días y me aventuré a escribir algunas reflexiones.

En Un Mundo Desbocado, el autor sintetiza en cinco aspectos principales los efectos de la globalización en la vida del ser humano (globalización, riesgo, tradición, familia y democracia). De modo didáctico privilegia un conjunto de factores -para el autor- determinantes en los continuos y trascendentales cambios que la humanidad viene afrontando, comosociedad y como individuo. La necesidad de estos cambios se sustenta en el hecho de continuar en su interminable proceso de apertura a los nuevos acontecimientos, todos ellos relacionados con los avances de la ciencia, la tecnología y el pensamiento racional.

Apenas concluida la lectura de los primeros párrafos, una palabra coqueteaba con las ideas que, a partir de lo leído, iba formulando en mi cabeza cada vez, con creciente alusión: La incertidumbre.



Podemos definir a la incertidumbre como toda situación incapaz de predecir el desenlace único de un evento y que por consiguiente, procura la generación de un abanico de probabilidades a tomar en cuenta ante determinado hecho. A estas probabilidades, resulta oportuno sumarle otras aún menos predecibles como el riesgo de lo inesperado, acrecentando a un más la sensación de inseguridad e inestabilidad (emocional, económica, política, social), frente a un evento o situación.

A mi entender, la globalización produce el efecto de incertidumbre en los cinco aspectos que el autor determina en el texto. Entiende a la globalización como el fin del Estado-Nación, e introduce el concepto de las instituciones concha, como aquellas que mantienen su denominación, pero que han alterado su composición y forma de interpretarse ante la sociedad, es decir se encuentran en un trance de continuo cambio ante las nuevas modalidades de decisión, progresivas e interminables.

Es esa manifestación de cambio y la determinante influencia de los avances tecnológicos y científicos, basados en la previa concepción de la razón como camino al futuro, lo que actúa sobre el cambio o evolución de conceptos concluyentes para la comprensión y la permanencia de las sociedades como posibilidad de vivir, o sobrevivir en muchos casos.

Trasladando este fenómeno a lo expuesto por el autor, entiendo a la incertidumbre como lageneración máxima de inestabilidad e inseguridad que la globalización produce en el individuo. Esta incertidumbre es generada en diferentes niveles (ya sea económico, político, social, sexual), y resulta acreditada por la capacidad humana de continuar estimulando sus posibilidades cognitivas.

Esta inestabilidad e inseguridad sólo es apaciguada por el consumo de productos generados por el mismo sistema, la publicidad, el entretenimiento, las tecnológicas. etc. Gracias a la globalización, el mercado se amplía para el vendedor y las posibilidades crecen para el consumidor, reduciendo de alguna manera, su mercado.

Existe una clara necesidad de poder y supremacía incrustada en todo ello. Por eso el poder económico resulta motor y motivo de la cambiante interpretación del mundo. Uno en el que, durante siglos, existió bajo una estabilidad particular que injusta o no, permitía a los gobernantes beneficiarse y a los gobernados, una capacidad de desinterés por acrecentar sus beneficios y posibilidades.

Foto: Edge

El autor refiere a una idea de democratizar la democracia al final del libro, explica que es necesario devolver el poder al pueblo y que los de arriba se enteren de que no son todopoderosos. ¿Pero es posible aquello con medios que se limitan a entretener y reniegan de su capacidad educadora?, ¿Es posible hacer conciente a un individuo bombardeado por una sociedad de consumo? Sinceramente, lo veo difícil.

Luego reseña el concepto de familia, explica el autor que este concepto ha ido cambiando positivamente, desde una razón económica hasta una razón plenamente sentimental. Dice que el matrimonio hoy en día está basado en la intimidad. Sin embargo, cada vez menos gente está interesada en casarse, menos mujeres no quieren tener hijos hasta que el reloj biológico aguante. Hay un cambio de visión en la educación.

Todos están interesados en cosas más importantes como realizarse profesionalmente y ser algo que envidiar en su círculo de amistades. Algunos pueden decir que es lo superficial lo que prima, otros, sin embargo, podríamos pensar que sencillamente es la democracia actuando como generador de posibilidades libres de ser elegidas. Mientras que antes las mujeres debían ser amas de casa, ahora pueden acceder a una vida empresarial y un sastre de ejecutiva exitosa e independiente.

Gracias a la globalización y a la posibilidad de interconectarnos con el mundo, un noticiero puede obviar la información sobre una posible tercera guerra mundial en Georgia y distraer con una nota más agradable sobre las declaraciones de una Paris Hilton al ser arrestada ebria por novena vez en el año. ¿Cual de las dos noticias tendría mayor audiencia? Eso dependerá de que tan bien acostumbrados a cada tipo de información esté el público, qué tan bien o mal hayan sido educados.

Otro punto es el riesgo, entendido como los peligros que se analizan activamente en relación a posibilidades futuras. Esto lo relaciono mucho con el sentido de incertidumbre, desarrollado al principio. La capacidad de reducir la incertidumbre lleva al mismo tiempo, a minimizar el riesgo.

Foto: El País

Pero el riesgo es necesario para innovar, para motivar el cambio y la continuidad de lo novedoso. Es así como la incertidumbre puede ser incluso una forma de placer, un canal para experimentar y por consiguiente, descubrir nuevas formas alternativas de concretar un objetivo, incluso de crear nuevos objetivos.

Y es entonces cuando deja de repetirse lo repetido, lo monótono y cotidiano. Entonces aquello entendido como tradición, y que según el autor es una creación de la modernidad, pasa a ser un medio relativamente necesario, porque nos mantiene seguros a algo fijo y estable, y por que su vez, nos permite valernos de esa ancla para husmear en otras profundidades de un mar posiblemente extenso y rico en eventos.

Como dice el autor, esas tradiciones definen verdades, quizá paradigmas que nos llenan de esa estabilidad que no tenemos cuando experimentamos, cuando cambiamos y hacemos de la vida una secuencia superficial y mediática en la que estamos más comunicados que nunca y más solos que siempre.

Bajo esta visión, los efectos de la globalización en nuestras vidas son contundentes y van alterando los fundamentos, modificándolos. La posibilidad de caminos se esparce y se multiplica. Sólo una educación enraizada en valores será capaz de sostenernos ante tan desproporcional viaje.

REVOLUCIÓN CUBANA


Partido Comunista de Cuba

El triunfo de la Revolución de octubre de 1917 en Rusia, la difusión de los ideales socialistas y socialdemócratas europeos y latinoamericanos, llevaron a la creación del primer Partido Comunista de Cuba, fundado inicialmente por Carlos Baliño (quien fuera fundador del PRC y conocido de Martí) y Julio Antonio Mella (sobrino-nieto de Matias Ramon Mella, padre de la patria dominicana) en 1925. Mella fue un gran organizador, dirigente universitario, notable sindicalista y hombre de acción obrera, que dirigió numerosas manifestaciones (tanto escritas como en la calle) de protesta y condena a los gobiernos de turno. Luego de exiliarse en 1926, continuó su actividad luchadora en México, donde alcanzó rango continental por sus ideas claras con respecto al orden de las acciones para llevar a cabo una lucha política exitosa. En 1929 era asesinado misteriosamente en México, aún se debate si su asesinato fue ordenado por Machado o por Stalin. Cínicamente, el mismo Machado participó en su entierro, donde dio condolencias y habló irónicamente de que "...era una buena persona, pero comunista", lo que le valió el calificativo de "asno con garras" que le adjudicó el líder obrero y poeta Rubén Martínez Villena.

Después de la muerte de Mella, la Revolución del 30 dirigida por el agonizante Martínez Villena, barrió con la dictadura de Machado, pero la toma del poder por parte de la clase obrera no llegó a producirse. Después de un período que fue llamado "efebocracia" y "mangoneo" por Raúl Roa García (más tarde primer Canciller de la Revolución Cubana y por muchos años activo anticomunista), y de algunos presidentes cuyos nombres han sido prácticamente olvidados por el pueblo cubano, llegó al poder la Pentarquía, seguida después por el Triunvirato del Gobierno de los Cien Días, en el que alternaron fuerzas tres tendencias diferentes: el antimperialismo consecuente, revolucionario y popular de Antonio Guiteras Holmes, la politiquería dubitativa e inconsecuente de Ramón Grau San Martín y la oposición sorda pero amenazadora de Fulgencio Batista, quien había sido aupado al poder tras la castrense "Revolución de los Sargentos" por el ABC, partido de tendencia fascista que expresaba a los sectores más reaccionarios de la burguesía cubana. Batista además estaba en contacto permanente con la Embajada norteamericana, dirigida por un verdadero procónsul, el célebreJeffryson Caffery, quien fuera secamente llamado por Guiteras a limitarse a sus funciones diplomáticas.

Guiteras, quizás el revolucionario cubano más consecuente de la década de 1930, era enemigo acérrimo del Partido Comunista de Cuba de esos años, cuyo hombre más notable era entonces Juan Marinello, excelente literato y organizador sindical, pero apologista de la organización stalinista de la Unión Soviética, con lo cual Guiteras estaba en pleno desacuerdo. No obstante, en su intensísima actividad como Secretario de Gobernación, legalizó su actividad y tuvo varios encuentros violentos con Batista por la represión a que fueron sometidos más de una vez.

Batista, además de reprimir las manifestaciones y huelgas obreras de todo ese período, a la postre logró el asesinato de Guiteras en Matanzas (junto a Carlos Aponte), cuando éste intentaba exiliarse para organizar la insurrección desde el exterior.

Después de un breve período aparentemente constitucional (la nueva Constitución de 1940 era una de las más avanzadas del mundo, de haberse aplicado consecuentemente), favorecido por la política del Buen vecino estimulada por el presidente norteamericano Franklin Delano Roosevelt, Batista, ante la radicalización de los nuevos revolucionarios y su evidente impopularidad ante otros candidatos presidenciales, se aseguró el apoyo de la Embajada de los Estados Unidos antes de tomar una acción más radical.


Origen político inmediato de la Revolución Cubana

El 10 de marzo de 1952 un golpe de Estado dirigido por Fulgencio Batista derrocó fácilmente y sin resistencia al presidente electo Carlos Prío Socarrás, del Partido Auténtico, en un marco internacional que transitaba los primeros momentos de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Inmediatamente se suspendieron las garantías constitucionales y se instauró una fuerte dictadura militar. Dos años después se celebrarían unas amañadas elecciones para la presidencia, cuyos resultados se sabían de antemano. El argumento de Batista fue el de luchar contra la corrupción y el gansterismo, pero en realidad fue para tomar el poder y enriquecerse particularmente él y sus allegados.

La continuación del escandaloso nivel de corrupción que caracterizó el periodo republicano , el enriquecimiento de una oligarquía cada vez más reducida, que llegó a afectar notablemente a la incipiente clase media cubana, llevaron a la conformación de una oposición generalizada, partidaria de la insurrección para desalojar del poder a Batista.1 Con esa oposición se identificaron numerosos partidos políticos, los sindicatos, el movimiento estudiantil, e incluso sectores delempresariado . Durante los dos primeros años (1952-54) incluso los Estados Unidos tomaron una posición de aparente censura a la violencia dictatorial de Batista, limitando los suministros militares. El mismo presidente depuesto, Carlos Prío Socarrás, un político que nunca se expuso al peligro de una acción concreta, expresaba ese clima revolucionario diciendo: «triunfaré por cualquier medio, incluso el más extremo».1


Tras 22 meses de prisión en la
Isla de Pinos, ante la creciente presión popular e internacional y varias intentonas insurreccionales, Castro y sus compañeros fueron amnistiados por Batista en 1955. Pocos días después fundó en la clandestinidad el Movimiento 26 de Julio (M-26-7) una organización cuyo fin era derrocar a Batista y que tenía una ideología de progreso y grandes cambios antiimperialista-democrática fundada en las ideas de José Martí.En esas condiciones, un grupo de jóvenes se desligó del cuerpo principal del Partido del Pueblo Cubano (Partido Ortodoxo) (muy popular y considerado virtual ganador en las elecciones de 1952 impedidas por el golpe de Batista) , identificados del resto por su decisión de tomar la lucha armada si era necesario para derrocar el régimen batistiano. Este grupo de jóvenes, que se autotitularon la "Generación del Centenario" por coincidir con el centenario del nacimiento de José Martí en 1853, se organizaron militarmente y liderados por Fidel Castro, el 26 de julio de1953 intentaron tomar el Cuartel Moncada ubicado en Santiago de Cuba, y el cuartel Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, fracasando en el intento y sufriendo decenas de muertos. El gobierno militar respondió con una severa acción represiva que llevó a la detención y enjuiciamiento público de Fidel Castro y otros atacantes.

Por aquel entonces, a poco de iniciada la Guerra Fría y como herencia del Macartismo se generalizó en América Latina la acusación de «comunismo» como táctica para desprestigiar y reprimir los movimientos democráticos y sociales. Juan José Arévalo alertaría sobre este mecanismo en su libro AntiKomunismo en América Latina (1959).2

El 7 de julio Fidel Castro se dirigió a México para preparar un grupo guerrillero con el cual volver a Cuba y comenzar la lucha armada.

En el exilio, Castro estableció contactos y acuerdos con otras fuerzas favorables a la lucha armada para derrocar al dictador, de las más variadas ideologías como el Directorio Revolucionariode José Antonio Echeverría, integrado por estudiantes de la Universidad de La Habana, el ex presidente Carlos Prío Socarrás del Partido Auténtico, y Acción Nacional Revolucionaria (ANR), liderado por Frank País. Incluso un sector de laCIA (Agencia Central de Inteligencia Americana), apoyaba la lucha armada contra Batista y llegó a financiar, a través de Carlos Prío, el inicio de la guerrilla que estaba preparando Fidel Castro.presidente cubano

La lucha armada

Dispersos, medio perdidos y perseguidos, los expedicionarios sufrieron una seria derrota inicial en Alegría de Pío debido a la cual poco más de 20 hombres (de los 82 iniciales) pudieron internarse en la Sierra Maestra, una zona de difícil acceso en el Oriente cubano, donde lograron instalarse. Luego del bombardeo de Alegría de Pío y posterior asesinato de varios expedicionarios, el gobierno de Batista difundió la falsa noticia de la muerte de Fidel Castro y todos los expedicionarios, lo cual entristeció los ánimos de numerosos revolucionarios del país, pero en las semanas siguientes cambiaría la situación.El 25 de noviembre de 1956 zarpó de Tuxpan, estado de Veracruz, México, el yate Granma, con 82 guerrilleros del Movimiento 26 de Julio, entre los que se encontraban Fidel Castro, Juan Manuel Márquez, Raúl Castro, Juan Almeida Bosque, y el argentino Ernesto Che Guevara, este último unido a la guerrilla después de llegar a México huyendo de la represión posterior al derrocamiento del gobierno democrático popular de Jacobo Arbenz en Guatemala. Después de 7 jornadas de tormentosa navegación encalló en los manglares de Playa Las Coloradas, en las costas orientales de Cuba el 2 de diciembre de 1956. La planificación del desembarco era para el 30 de noviembre, cuando debían ser apoyados en la ciudad de Santiago de Cuba por un alzamiento popular organizado por Frank País. La tardanza impidió el éxito de esta coordinación destinada a distraer las fuerzas del ejército batistiano para facilitar el desembarco de los guerrilleros. El ejército cubano en cambio era de 80.000 hombres.4

1957:

  • 16 de enero: la guerrilla castrista realiza su primera acción militar, atacando y tomando el pequeño destacamento militar de La Plata.
  • 17 de febrero: aparece en el New York Times, el periódico más leído de los Estados Unidos, una entrevista a Fidel Castro realizada por Herbert Matthews en Sierra Maestra. El impacto es enorme y comienza a generar una gran simpatía hacia los guerrilleros en la opinión pública nacional e internacional.
  • 30 de julio: se produce el alevoso asesinato de Frank País en Santiago de Cuba que desencadena un estallido popular y termina de volcar a la opinión pública contra el régimen de Batista. Frank País era un Pastor Bautista que tuvo serias discrepancias con Raúl Castro y Ernesto Guevara.

Durante este año se ramificaron las células del 26 de julio en casi todas las ciudades y pueblos importantes del país, llevando a cabo acciones de protesta, sabotajes y ajusticiamientos de esbirros y "chivatos" (delatores) a todo lo largo de la isla.

1958:

  • 27 de febrero: Fidel Castro decide ampliar las operaciones de la guerrilla creando tres nuevas columnas al mando de Juan Almeida, Raúl Castro y Camilo Cienfuegos. Almeida debe actuar en la zona oriental de Sierra Maestra y Raúl Castro abrir un Segundo Frente e instalarse en la Sierra Cristal, al norte de Santiago.
  • 6 de mayo: las tropas de Batista inician una ofensiva general en la Sierra Maestra para destruir la guerrilla castrista. Se producen importantes batallas como El Jigue y Santo Domingo. Luego de un período defensivo en el que los rebeldes deben limitarse a los macizos del Pico Turquino, el Hombrito, la Bayamesa y Malverde, los soldados del ejército de Batista se retiran con numerosas bajas y desmoralizados, seguidos de cerca por una contraofensiva rebelde que cada vez posee más territorio.
  • 7 de agosto: Batista ordena la de retirada en masa de la Sierra Maestra y la debilidad del régimen se hace evidente. Fidel Castro decide entonces expandir la guerra al resto de Cuba. El Che Guevara y Camilo Cienfuegos son enviados al centro del país para dividir la isla en dos y preparar el ataque a la estratégica ciudad de Santa Clara, llave del camino a La Habana, mientras que Fidel y Raúl Castro permanecerán en el Oriente para controlar la región y atacar finalmente Santiago de Cuba.
  • 31 de agosto: las columnas del Che Guevara y Camilo Cienfuegos parten a pie hacia el Occidente cubano. Tardan seis semanas de caminatas por zonas pantanosas de la costa sur de Camagüey y Sancti Spíritus hasta llegar a la zona montañosa del Escambray, particularmente en la zona del Caballete de Casa, en la antigua provincia de Las Villas.
  • 3 de noviembre: se realizan unas amañadas elecciones presidenciales, pero ninguna fuerza política les concede legitimidad.
  • Fines de noviembre: el gobierno intentó una ofensiva sobre las posiciones guerrilleras instaladas en Escambray.
  • 4 de diciembre: las tropas comandadas por el Che Guevara y Camilo Cienfuegos pasan a la ofensiva. Atacar los regimientos de la zona central de la isla, con el fin de aislar a las tropas gubernamentales.

Para fines de diciembre de 1958 la debacle de la dictadura de Batista aparecía como inevitable. El 28 de diciembre las milicias comandadas por el Che Guevara iniciaron el decisivo ataque contra la ciudad de Santa Clara, llave del centro de la isla y último reducto antes de La Habana. El 31 de diciembre, cuando las tropas rebeldes tomaron el tren blindado que el gobierno había enviado para fortificar la ciudad, Batista decidió huir hacia Santo Domingo junto con el presidente electo Andrés Rivero Agüero, quedando el país virtualmente acéfalo y a cargo del General Eulogio Cantillo.

Luego de una reunión entre Fidel Castro y el general Eulogio Cantillo, éste intentó organizar una junta militar con sede en el regimiento de Campo Columbia, con el magistrado Orlando Piedra. Posteriosrmente se crea otra encabezada por el coronel Ramón Barquín, que había estado preso en Isla de Pinos por conspitrar. La maniobra fue rechazada por Fidel Castro que llamó a la huelga general con la consigna "Revolución, SI; golpe de Estado, NO." y ordenó a sus comandantes Che Guevara y Camilo Cienfuegos continuar el avance hacia La Habana y tomar las posiciones claves de la capital.

En la madrugada del 1 de enero de 1959, las tropas del Segundo Frente Nacional del Escambray comandadas por Eloy Gutiérrez Menoyo entraron a La Habana. Al día siguiente llegaron las tropas del Movimiento 26 de Julio comandadas por Camilo Cienfuegos y el Che Guevara, tomando sin resistencia el regimiento de Campo Columbia y la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, respectivamente. Al entrar a Campo Columbia, Cienfuegos excluyó del mando al Coronel Barquín y detuvo al General Cantillo. Poco después las tropas del Directorio Revolucionario, al mando de Faure Chomón, ocuparon el Palacio Presidencial, lo cual originó una crisis entre las fuerzas revolucionarias.

Simultáneamente, el mismo 1 de enero, Fidel Castro entró triunfante a Santiago de Cuba, declarándola capital provisional de Cuba y proclamando al magistrado Manuel Urrutia Lleó como presidente de la nación. Por el momento, el gobierno de Estados Unidos reconoció al gobierno revolucionario.

A partir de ese momento el poder quedó definitivamente en manos de las fuerzas revolucionarias. Históricamente, se toma como fecha del triunfo de la revolución cubana en el 1 de enero de 1959.